Dos personas deciden separarse después de años juntos. No estaban casados, pero tienen un hijo en común. Ambos son razonables, mantienen buena relación y acuerdan “de palabra” cuándo verá cada uno al niño, cuánto se aporta para sus gastos y cómo se tomarán las decisiones importantes. Todo parece en orden… hasta que un día, algo cambia.
Y aquí viene la pregunta clave: ¿qué ocurre si mañana deja de cumplirse ese acuerdo verbal?
La respuesta es clara: sin medidas judiciales aprobadas, ese pacto “de buena fe” no tiene ninguna garantía legal.
¿Qué son las medidas respecto de los hijos no matrimoniales?
Son las resoluciones judiciales que regulan la vida de los hijos cuando sus padres no están casados y deciden separarse. Funcionan exactamente igual que las medidas en un divorcio:
Custodia (con quién viven los hijos, custodia exclusiva o compartida).
Régimen de visitas (cómo y cuándo están con cada progenitor).
Pensión de alimentos (aportación económica para cubrir sus necesidades).
Decisiones importantes (educación, salud, lugar de residencia…).
En definitiva, son las “reglas del juego” que dan seguridad tanto a los padres como, sobre todo, a los hijos.
¿Por qué es imprescindible regularlas aunque hoy os llevéis bien?
Porque el derecho no se basa en la buena voluntad del momento, sino en la protección de los menores y en dar estabilidad jurídica a la familia.
Un acuerdo verbal no puede exigirse si mañana alguien lo incumple.
La ausencia de medidas judiciales puede generar conflictos graves: visitas interrumpidas, falta de aportación económica o incluso decisiones unilaterales sobre el niño.
Con una resolución aprobada por el juez, todo queda claro, escrito y protegido por ley.
Conclusión: el papel lo aguanta todo, y la justicia protege a los hijos
Separarse sin estar casado no te libra de pasar por el juzgado si hay hijos en común. Al contrario: es la única forma de asegurar que sus derechos (y también los tuyos) estén protegidos.
Puede que hoy reine la cordialidad, pero el futuro es incierto. Y cuando se trata de tus hijos, mejor no dejar nada al azar.
Juan Manuel Aguado Ramon.



